Dos carreras llevamos de campeonato, y dos carreras que han conseguido levantarnos del sofá. Si en Bahréin era Leclerc y los Ferrari los grandes vencedores, en Arabia Saudí fue el turno de Red Bull. No solo en la carrera, también en la calificación y en la sensación de que, esta vez, si tenían alas. Y es que su coche volaba en las rectas.
El fin de semana empezaba movido. Un ataque con misiles a una cercana planta de Aramco, uno de los principales de la Fórmula 1, hacía que saltaran las alarmas en el Gran Premio de Jiddah. Tras la segunda sesión de libres, el viernes, se convocaron una serie de reuniones entre pilotos, jefes de equipo y las autoridades, para decidir si el fin de semana debía seguir adelante o se paraba el Gran Premio debido a la posible amenaza de ataque. Finalmente, tras más de cuatro horas de reunión, los pilotos acordaron seguir.
Y así, el sábado tocaba ponerlo todo a punto para la clasificación. Los Ferrari parecían dominar otra vez, al menos en las sesiones de práctica. Y todo el mundo tenía claro que la lucha por la primera posición de salida iba a estar entre los dos Ferrari i Max Verstappen. La sesión de calificación empezó con noticia, y es que el Mercedes de Lewis Hamilton no conseguía pasar de la Q1. Pero pronto dejaría de ser noticia. Mick Schumacher sufría un fortísimo accidente en la curva 23 que paraba toda acción en el circuito.
El alemán salió ileso del golpe, aunque tuvo que ser trasladado a un hospital cercano para pasar algunas pruebas y descartar cualquier lesión. Y, aunque pasó todas las pruebas, se decidió que no iba a competir el domingo. Pero era momento de la Q3, y el guion todavía tenía más sorpresas escritas. Dos intentos para intentar conseguir la “pole”, y el primero era para Carlos Sainz.
Una brutal vuelta con neumáticos usados colocaba al madrileño en primera posición provisional, pero en el segundo intento, se desinflaba con sobre un set de ruedas nuevas y no conseguía mejorar su tiempo. Sí lo hacía Charles Leclerc, que parecía que se iba a llevar el gato al agua. Sin embargo, en la tabla de tiempos aparecían algunos tiempos en morado: Sergio Pérez venía volando. Ni Sainz, ni Leclerc ni Verstappen. “Pole position” para Checo. Se convertía así en el primer mejicano de la historia en conseguirlo, pero debía defenderla el domingo.
El día de la carrera empezaba sin Mick Schumacher en su coche, pero siguiendo la acción desde el garaje de su equipo, y con Yuki Tsunoda teniendo que abandonar por problemas en su monoplaza durante la vuelta de formación. Los semáforos se encendieron. Y los coches se lanzaron a competir. Checo supo mantener la primera posición y Leclerc se colocaba detrás. El que perdía su puesto era Carlos Sainz, que vio como Max Verstappen se colaba por su izquierda para arrebatarle la posición de podio.
En la primera parte de la carrera la acción se concentró en la parte media de la parrilla. En especial entre los Alpine de Fernando Alonso y Esteban Ocon, que se enzarzaron en una pelea muy poco productiva para los intereses del equipo. Eso permitía a George Russell escapar en su Mercedes y así maximizar sus opciones de pescar unos buenos puntos para su equipo. Las vueltas se iban descontando y llegaba el momento de las paradas.
Esta vez, era Ferrari el que atacaba con una llamada al box para Charles Leclerc que resultó ser falsa. Red Bull quiso defenderse de un posible “undercut” y Checo enfilaba el camino a la calle de boxes mientras el Ferrari número 16 se mantenía en pista. Red Bull había caído en la trampa. Y por si fuera poco, Latifi perdía el control en la última curva y se iba al muro, provocando un período de coche de seguridad virtual.
Esta circunstancia permitió a Ferrari hacer su cambio de ruedas para sus dos pilotos con una menor pérdida de tiempo, y por tanto adelantar a Pérez con ambos coches. Y en medio de los dos monoplazas rojos se mantenía Max Verstappen. Pero las opciones de victoria se desvanecían para el piloto mejicano de Red Bull, que pasó de liderar la carrera a quedarse fuera del podio.
A partir de ahí, la carrera se convirtió en una bonita persecución de Max Verstappen a Charles Leclerc. Tan solo interrumpida por Fernando Alonso y Daniel Ricciardo, cuyos monoplazas se pararon casi a la vez sin conseguir llegar al “pit lane”. Provocando así otra neutralización de la carrera. Mientras, Bottas sí consiguió llegar al garaje, también para retirarse.
Al volver la bandera verde, la persecución siguió. Y, tras demostrar un ritmo endiablado, Max se lanzó a por Leclerc que, tras otra bonita batalla entre ambos, sucumbió a la brutal velocidad en recta del monoplaza de la marca de bebidas energéticas. Finalmente, un toque entre Albon y Stroll provocaba una bandera amarilla en el primer sector que condicionó, en parte, el posible contraataque del de Ferrari. Que no consiguió volver a acercarse lo suficiente a su enemigo como para pelear otra vez por la victoria. Y tras la bandera a cuadros, era el holandés el que descorchaba el champán en lo más alto del podio, con Leclerc y Sainz acompañándole en la celebración.
Y, tras un fin de semana que no dejó a nadie indiferente, y la primera victoria de Verstappen en 2022, el Mundial de Fórmula 1 pone rumbo a Australia. Donde, tras más de dos años de espera, los aficionados volverán a disfrutar de los monoplazas más rápidos del mundo por el circuito de Albert Park. Y con suerte, de otra bonita batalla entre los pilotos de Red Bull y Ferrari. Quienes parecen ser los elegidos para hacer historia esta temporada.