Ganar un Gran Premio de Fórmula 1 no es tarea sencilla. Del casi millar de pilotos que han competido alguna vez en una carrera de la categoría reina de monoplazas, poco más de un centenar saben lo que es subir a lo más alto del podio. Desde este fin de semana, un nuevo nombre se ha sumado a esa lista, uno con mucho pedigrí. Carlos Sainz es, después de cruzar el primero bajo la bandera a cuadros en Silverstone, ganador del Gran Premio de Gran Bretaña de Fórmula 1.
Ganar en el trazado inglés es especial. Silverstone es uno de los circuitos más importantes del calendario de la Fórmula 1 y uno de los más conocidos en el mundo de las carreras. Pero, además, fue allí donde se disputó la primera puntuable para el Campeonato del Mundo de Pilotos, bajo reglamentación técnica Fórmula 1, el 13 de mayo de 1950. Es decir, fue en Silverstone donde se disputó la primera carrera de F1 válida para el mundial.
Por lo tanto, la victoria de Carlos Sainz cobra un significado especial. Más aún al tratarse del segundo piloto español que consigue ganar en Fórmula 1. El madrileño toma el testigo de Fernando Alonso, quien abrió la senda con su primer triunfo en el Gran Premio de Hungría de 2003. Sainz y Alonso han logrado lo que en su día intentaron varios y que algunos se quedaron muy cerca de conseguirlo, como Alfonso de Portago o Pedro de la Rosa, ambos con un podio cada uno a sus espaldas.
Sin embargo, este Gran Premio de Gran Bretaña será recordado también por otros aspectos de gran importancia. El doble accidente en la salida, en el que se vieron involucrados, principalmente, Guanyu Zhou y Alex Albon, que propició la Bandera Roja para detener la prueba, quedará grabado en el imaginario colectivo por las espeluznantes imágenes que se vieron. El coche del piloto chino volcó en plena recta después de tocarse con George Russell pocos metros después de la arrancada, impactando contras las protecciones de la escapatoria y saliendo despedido para terminar golpeando la valla de seguridad FIA y quedar varado entre ella y el muro de neumáticos.
Una vez más, se demostró que las medidas de seguridad implementadas desde hace años por la Federación Internacional de Automovilismo cumplieron a la perfección, Zhou escapando ileso del brutal accidente. El HALO en primer lugar (protegiendo la cabeza del piloto mientras el coche se dirigía boca abajo contra el muro) y la valla de protección en segundo evitaron peores consecuencias. También en el caso de Albon, aunque el tailandés sí que salió un poco peor parado que el chino, aunque sin lesiones de gravedad.
También se demostró que es necesario un cambio en la estrategia para evitar el abuso de los límites de pista mediante bananas disuasorias. Estos elementos actúan de rampa de despegue cuando a ellas llega un monoplaza incontrolado, provocando graves accidentes. Se vio en el accidente de Sophia Flörsch en Macao, en el de Alex Peroni en Monza y en el que protagonizaron Roy Nissany y Dennis Hauger durante la carrera de Fórmula 2 en Silverstone.
Afortunadamente, los tiempos han cambiado y la seguridad en el automovilismo es un factor que se tiene muy en cuenta. Los diferentes protocolos de homologación evitan que tengamos que vivir situaciones fatales, las cuales sí eran habituales en aquel lejano 1950 en el que Silverstone hizo historia. Este fin de semana, fue Carlos Sainz el que con tesón y valentía, cargándose la estrategia a la espalda, se impuso a todos para ganar el Gran Premio de Gran Bretaña.
Foto de portada: Scuderia Ferrari Press Office.