De estar al borde de la muerte a salir casi ileso. Así ha cambiado la seguridad de los cascos de F1.
El 1 de agosto de 1976 se produjo el trágico accidente que dejo en estado crítico a Niki Lauda después de estar entre llamas durante algunos segundos dentro de su monoplaza. Quemaduras de primer grado en la cabeza y las manos, además de varias fracturas.
Por suerte, milagrosamente esquivó la muerte, y aunque con cicatrices que le acompañarían toda la vida, volvió a pilotar su Ferrari.
Por otra parte, el 29 de noviembre de 2020, Romain Grosjean tuvo un aparatoso accidente a 190 Km/h contra un guardarraíl que incendió al instante su monoplaza. El Halo salvó la vida del piloto, que estuvo varios segundos atrapado dentro del coche.
44 años de evolución en una misma situación. El fuego, sin duda, es uno de los mayores enemigos de la Fórmula uno y gracias a los nuevos materiales de los cascos, los monos ignífugos y la ropa interior que repele el fuego, poco a poco vamos ganando en seguridad para nuestros pilotos.
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