El Circuit de Barcelona-Catalunya volvió a vestirse con sus mejores galas, recuperando unos números de afluencia masiva que no se veían desde los años más potentes de la “Alonsomanía”. Aquellos años en los que Fernando Alonso tiñó las gradas de azul y que pensábamos que no iban a volver, ahora han regresado con fuerza en una amalgama de colores que va desde el “rojo Ferrari” al “naranja Verstappen” pasando por los blancos, negros y platas de Mercedes mientras se recupera el “azul Asturias” o “azul Alpine”.
De todas estas tonalidades, fue la de Red Bull la que les pintó la cara a todos con un nuevo doblete en el Gran Premio de España y la cuarta victoria de Max Verstappen. Pese a un comienzo delicado y una salida de pista en la curva 4 del trazado catalán, el neerlandés terminó imponiéndose en la pista que vivió su primer triunfo en Fórmula 1, allá por el 2016. ¡Qué lejos quedan aquellos años! Una época en la que era Mercedes la que marcaba la pauta y ni Ferrari ni Red Bull estaban, en condiciones normales, de pelar por la gloria.
Las tornas han cambiado y es ahora Mercedes la que no cata la gloria ni aunque la pueda oler de cerca, como hizo en Barcelona. Las mejoras estrenadas por la marca de Stuttgart parece que van surtiendo su efecto, aunque todavía no lo suficiente como les gustaría. George Russell pescó un gran podio que puede saber a poco después de verse momentáneamente líder real de la carrera ante el súbito abandono de Charles Leclerc. El británico suma y sigue, cargando a sus espaldas a un equipo que antaño arrasó a placer.
Con una primera vuelta en la que todo se pudo trastocar para Lewis Hamilton después de tocarse con Kevin Magnussen en la curva 4 (quedaos con este viraje porque ayer tuvo bastante protagonismo), el multicampeón mundial consiguió firmar una remontada de escándalo, confirmando que las mejoras funcionan y que en Mercedes no se han olvidado de pelear. Russell y Hamilton continúan lejos de las victorias, pero la brecha se ha reducido, la temporada es muy larga y poco a poco se están posicionando, sin hacer mucho ruido, como la alternativa a Red Bull y a Ferrari.
Ferrari pierde una oportunidad que puede ser clave a final de año
Una Ferrari que parece perder fuelle psicológico. El empuje en las primeras carreras de la temporada, con las dos victorias de Leclerc y los dos abandonos de Verstappen, se está yendo abajo paulatinamente. El factor mental es muy importante cuando se lucha a este nivel de competitividad y, aunque el coche parece funcionar, hay alguna pieza en el equipo italiano que no acaba de encajar de manera óptima para que los resultados salgan.
Es justo reconocer que Charles Leclerc tuvo la victoria en su mano, con una Pole Position que será recordada durante mucho tiempo y un liderato sólido que se vio truncado por un fallo mecánico en su monoplaza. Por contra, Carlos Sainz no arrancó bien y cometió un error en la tan protagonista curva 4, una curva que fue fatídica para el español ante su afición y que terminó por dinamitar sus ya pocas esperanzas de conseguir un buen resultado en casa. Salvó los muebles pero ello no puede calificarse como exitoso; en todo caso, todo lo contrario.
Si Mercedes ha concretado en el Gran Premio de España un principio de regreso, Ferrari ha hecho todo lo contrario con un descalabro inesperado. El mundial es largo y no hay nada decidido, pero errores y fallos como estos se pagan muy caros. Ahora, la pelota está en el tejado de Red Bull. Toda la presión de sujetar el liderato la tienen ellos y comenzarán a sentirla en apenas unos días en Mónaco.